“Enfermedades cardiovasculares” es un término amplio que está vinculado a los problemas del corazón y de los vasos sanguíneos. Este tipo de dolencias se suele relacionar con la acumulación continuada de depósitos de grasa en las arterias hasta formar lo que se llaman placas de ateroma. Si una arteria se tapona, la sangre no puede transportar oxígeno y nutrientes. Entonces, puede producirse un ataque cardíaco o bien un accidente cerebrovascular.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de muerte en todo el mundo. Se cobran 17,9 millones de vidas al año y la tercera parte de esas defunciones corresponden a personas menores de 70 años.
¿Cuáles son los factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares? Se pueden clasificar en dos tipos, los ‘no modificables’ y los ‘modificables’.
Factores No Modificables
Los ‘no modificables’ son aquellos factores sobre los que no podemos actuar.
- Edad y sexo. Es cierto que las enfermedades cardiovasculares suelen afectar más a los hombres que a las mujeres en las franjas de edad que no superan los 50 años. Con la entrada en la menopausia, sí se produce un incremento de enfermedades del corazón en las mujeres y esto se atribuye al efecto protector que ejercen los estrógenos. Por tanto, las mujeres deben seguir las mismas pautas de prevención que los hombres.
- Genética: las personas con antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular precoz, tienen más probabilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular.
Factores Modificables
Los ‘factores modificables’ son aquellos a los que podemos poner freno de forma activa.
- Colesterol. Es la sustancia grasa responsable del 60 % de las enfermedades del corazón y del 40 % de los infartos cerebrales que se dan en los países desarrollados. En el hígado se produce la mayor parte del colesterol, pero también se obtiene de alimentos como lácteos, carnes rojas, embutidos y bollería industrial, entre otros. Existen dos tipos de colesterol. El LDL o colesterol ‘malo’ y el ‘bueno’ o HDL. El dañino puede depositarse en las arterias y formar las placas de ateroma, responsables del taponamiento de la pared interna de una arteria. En caso de desprenderse, pueden causar una embolia. El colesterol bueno ayuda a eliminar el LDL de las arterias.
- Hipertensión. Se produce cuando los niveles de presión arterial se incrementan durante largo tiempo. ¿Pero en qué consiste la presión arterial? Es la medición de la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias a medida que el corazón la bombea al cuerpo. Cuando se lee la presión arterial, se proporcionan dos números. El primero o superior se llama ‘presión arterial sistólica’. El segundo o inferior se denomina ‘presión arterial diastólica’. Un ejemplo sería 120 sobre 80 milímetros de mercurio (120/80 mmHg) que correspondería a una presión arterial normal. Las personas con unos niveles de 130-139/85-89 mmHg están en riesgo de sufrir presión arterial alta. La presión arterial puede aumentar si duermes poco y mal. Está demostrado. Las personas que descansan tan solo 6 horas o menos, sufren incrementos más acelerados de la presión arterial. Y si ya la tienen alta, es fácil que empeore la situación.
- Diabetes. Cuando las células no pueden absorber la glucosa, sus niveles se elevan en la sangre y orina —es lo que se denomina hiperglucemia—. Con el paso del tiempo, la hiperglucemia va dañando los vasos sanguíneos -arterias y venas- y acelera el proceso de padecer arteriosclerosis. Las personas diabéticas corren el riesgo de desarrollar otros problemas como la presión arterial alta y el colesterol ‘malo’ LDL. Según estimaciones médicas, sufren diabetes alrededor de 300 millones de personas en todo el mundo. La cifra podría alcanzar los 435 millones en el año 2035.
- Tabaco. Según la Organización Mundial de la Salud, 1,9 millones de personas fallecen, cada año, como consecuencia de cardiopatías inducidas por el tabaco. Estos son algunos de sus efectos nocivos:
- Incrementa la presión sanguínea y agrava el riesgo de la formación de coágulos.
- Duplica el riesgo de ataque cerebral isquémico (es decir, se reduce el flujo de sangre que va al cerebro).
- Disminuye la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos del cuerpo.
- Altera las propiedades de las células de la sangre y de los vasos sanguíneos. Esto provoca que se acumulen colesterol y otras sustancias grasas.
- Sedentarismo. El US Surgeon General dice que una persona es sedentaria cuando gasta, en actividad física, menos de 150 kilocalorías al día. Si esta falta de ejercicio se prolonga en el tiempo, el corazón empieza a sufrir las consecuencias. Desde hace años, se dice que vivimos una epidemia mundial de falta de ejercicio físico. En algunos países, la cifra de sedentarismo alcanza el 84 %. Un estudio que presentó, hace algunos años, la Universidad de Carolina del Sur ya advertía de que las personas que pasan más de 10 horas a la semana conduciendo su automóvil aumentan un 64 % las probabilidades de sufrir problemas coronarios.
- La obesidad. Potencia la intolerancia a la glucosa, la arteriosclerosis, la gota y la hipertensión arterial. Dependiendo de cómo se distribuya la grasa en el cuerpo, habrá un riesgo mayor o menor de sufrir infartos. Las personas con obesidad abdominal tienen mayor riesgo cardiovascular que aquellas que acumulan grasa en las caderas, nalgas y muslos.
Cómo ayudar a prevenir las enfermedades cardiovasculares
- Comer vegetales a cualquier edad es beneficioso para el corazón. Las verduras son buenas porque el potasio que contienen ayuda a mantener estables los niveles de la tensión arterial. Dentro de la familia de las verduras, destacan las de hoja verde como, por ejemplo, las espinacas, las coles, los espárragos o el brócoli. A la hora de prepararlas, mejor al vapor o a la parrilla.
- Los ácidos grasos omega 3 reducen la posibilidad de sufrir un infarto de miocardio. En caso de haber sufrido uno, consumir omega 3 reduce las probabilidades de sufrir un segundo infarto. También ayuda a controlar el colesterol, los triglicéridos y la presión arterial. Tal como dice el Libro Blanco del Omega 3, si toda la población siguiera la dieta mediterránea, se reduciría casi en un 70 % la incidencia de enfermedades cardiovasculares.
- Reduce la sal. Esta sustancia contiene cloro y sodio, elementos químicos que ayudan al buen funcionamiento de las células del cuerpo y del corazón. Para mantener dicha actividad, el organismo necesita cantidades precisas de sodio fuera de las células y potasio dentro de ellas. Así se crea un equilibrio perfecto, también llamado ‘homeostasis’. Si se toma mucha sal, este proceso sufre un desequilibrio y el organismo se altera.
- Entrena tu fuerza muscular. Si lo haces, mantendrás a tu cuerpo en un estado óptimo y hará posible que tu corazón se conserve más joven. Un artículo de la revista Nature Reviews Cardiology así lo señala. ¿Cómo es esto posible? Haciendo pesas, los músculos esqueléticos liberan mioquinas, moléculas que aportan un alto beneficio para el corazón.
- Ojo a la presión arterial. El efecto acumulativo de haber tenido hipertensión durante años es más peligroso que tener, en la actualidad, la presión arterial alta. Por ello, es recomendable controlarla desde una edad temprana y no pensar que los problemas del corazón solo afecta a ‘la gente mayor’. Lo acaba de demostrar el doctor Jing Liu, experto en epidemiología de las enfermedades cardiovasculares del Instituto de Enfermedades del Corazón, Pulmón y Vasos Sanguíneos de Pekín. en un estudio publicado en el Chinese Medical Journal.
¿Cómo podemos ayudarte?
En Zenement hemos desarrollado una serie de complementos alimenticios que te ayudarán a mantener estables tus niveles de colesterol y la presión arterial.
Para el colesterol
Levadura de arroz rojo. Es el producto del arroz fermentado junto con la levadura Monascus purpureus. Contiene ingredientes que pueden ayudar a controlar los niveles de colesterol. El más importante es la monacolina K, una estatina que se produce de forma natural como resultado de esta fermentación. La levadura de arroz rojo también tiene esteroles, isoflavonas y ácidos grasos monoinsaturados o ‘grasas saludables’.
Berbelipid Complex. Es un complejo que contiene una combinación de extractos de plantas y vitaminas que se ha mostrado eficaz para reducir el colesterol. Destacan la Berberina (de un extracto de la planta Berberis aristata), la Levadura de Arroz Rojo y el Policosanol. Nuestro producto también tiene Tiamina (Vitamina B1) que contribuye al buen funcionamiento del corazón y Astaxantina, carotenoide que combate los radicales libres.
Omega 3. Los ácidos grasos Omega 3 del aceite de pescado tiene grandes beneficios demostrados. Entre otros, reduce la inflamación y mejora las funciones cerebrales y visuales. Además, hemos agregado Vitamina E, que es un antioxidante que protege a las células y es clave para tener un sistema inmunológico fuerte y una piel y ojos saludables.
Para la presión arterial
Pressura complex. El fruto del espino blanco contiene taninos, polifenoles y flavonoides, unos pigmentos naturales antioxidantes. El bulbo de ajo posee una compleja composición química con más de 100 componentes diferentes, aspecto que le confiere propiedades innumerables. Entre sus componentes destacan los aceites volátiles alicina, alina y ajoína. Además tiene enzimas, vitaminas A, B, C y E, y selenio. Las hojas de olivo contienen la preciada oleuropeina, que tiene efectos cardioprotectores.